Un proyecto hotelero privado se puede evaluar desde dos puntos de vista:
1) desde el punto de vista del inversionista privado que privilegia la obtención de un VAN positivo y de una TIR mayor que el costo de oportunidad o mayor que una tasa mínima de rendimiento (TMAR);
y 2) desde el punto de vista de la economía como un colectivo, tomando en cuenta los verdaderos precios de los recursos que se utilizan en el proyecto. Estos verdaderos precios son los llamados precios de cuenta o económicos (precios sombra). Por ejemplo, en los países donde existe desempleo, una mano de obra desempleada a la cual se le cancela en el proyecto el salario mínimo, realmente como en la economía nacional ese recurso estaba desempleado entonces no aportaba nada a la economía, así pues su verdadero precio puede ser cero. Pero digamos que al menos en las economías emergentes el precio sombra de la mano de obra no calificada puede ser 0,50 a 0,70 de su precio de mercado. En cambio para un recurso muy escaso como son las divisas, allí es todo lo contrario su precio sombra o de cuenta es mayor que el precio del mercado en al menos 1,21 a 1,25. En el caso de la inversión con recursos importados, su precio sombra sería 1,30 mayor que el precio de mercado.
El otro asunto es que cuando se descuentan los flujos de caja en la evaluación privada se realiza con una tasa de descuento que es igual a la tasa de oportunidad (digamos la tasa que pagan los bonos gubernamentales de bajo riesgo), pero la tasa social de descuento para descontar los flujos económicos, calculados a precios de cuenta, por convención se sitúa entre el 12% y el 14%. EN USA y para la década de los años 60 esa tasa social fue del 10% para descontar proyectos de inversión pública.
Así pues, el flujo de caja privado tiene que ajustarse a los fines de su evaluación económica-social. Para ello las ventas las tenemos que segmentar en ventas en el mercado interno y ventas para exportación (o mercado externo), ya que estas últimas ventas al ser cotizadas en divisas se deben multiplicar por digamos 1,25. Igualmente sucede con las inversiones en caso de que una parte sea en moneda nacional y otra en moneda divisa. La parte de la inversión en bienes y servicios importados y cancelados en divisas se debe multiplicar por digamos 1,30. Y cuando revisamos los costos de producción pueden haber costos de insumos importados los cuales igualmente habría que multiplicarlo por 1,25 y puede haber una mano de obra no calificada ( recursos abundante) que habría que multiplicarlo digamosa por 0,60 (una media entre 0,50 y 0,70).
Esta es una manera sencilla y rápida para evaluar de nuevo el proyecto, pero desde otro punto de vista (el social), siendo los beneficios o riqueza que produce el proyecto la sumatoria de los Valores Agregados. Luego, es conveniente conocer la distribución de la riqueza que produce ese proyecto. Por lo general, la política de un Estado es utilizar los impuestos y subsidios para lograr ese aspecto distributivo;pero, también es conveniente que la remuneracióna al factor capital (la utilidad neta despues del pago de impuesto) y la remuneración al factor trabajo guarden un equilibrio dentro del proyecto mismo y según su productividad.
Otro asunto importante es la evaluación ambiental del proyecto, es decir las externalidades o impactos negativos o positivos del proyecto y que tienen que ver con el agua, el aire, la biodiversidad, la estética del paisaje, como consecuencia de la emisión de las aguas residuales del proyecto, o los procesos degenerativo del suelo , de la comunidad receptora, etc.. Las preguntas claves aquí son algunas como las siguientes: ¿Cuánto vale el estar dispuesto a pagar para evitar esos posibles daños?. ¿Porqué no introducir el reciclaje en los desechos sólidos ? ¿Cómo aumentar la calidad del uso del espacio y de la cultura de la comunidad ?
En el campo de la recreción y el turismo se puede utilizar el método del costo del viaje o bien el llamado la valoración contiengente. En ambos métodos se utiliza el recurso encuenta estratificada, para saber : el estar dispuesto a pagar por parte de los usuarios por determinado bien o servicio que se debe preservar y no dañar.
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